La frecuencia más sabrosa

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martes, 17 de febrero de 2015

DE REGRESO A CASA

Arriba, Ana Cecilia Chávez, en plena reflexión dominical dirigiéndose a los oyentes. Foto: haltestelle iberoamerika.

Por Ana Cecilia Chávez

Un tema que nos interesa e involucra a todos aquellos que vivimos lejos de la tierra que nos vio nacer es el “Regreso a casa”. Por distintos y diversos motivos muchos de nosotros dejamos el país que nos acunó y cobijó toda nuestra niñez, adolescencia y juventud , y muchas veces, por qué no decirlo, hasta nuestra edad madura, y nos vimos obligados a emigrar a otras latitudes.

En las cuales debemos de luchar contra un proceso de adaptación y aceptación cultural, gastronómica y de vida en general a la cual verdaderamente somos totalente ajenos.Sin embargo apesar de nuestras quejas y permanentes comparaciones y reproches, con el paso del tiempo y el afianzamiento de raíces  que forjamos entre nuevos y queridos amigos y hasta familias completas, empezamos a ser parte de lo que siempre vimos como ajeno.

Pero llega el día añorado y podemos ir a visitar a  nuestros padres , familiares en general , vecinos , amigos, todo nuestro entorno que formó parte de nuestra vida, el País que nos vio nacer.
Y  como me sucediera a mí que retorné por primera vez luego de cinco años con muchas expectativas de lo que haría, comería y de cómo gozaría hasta el último minuto.

Llego el día y  todo fue como lo había planeado, aunque al paso de los días los sentimientos se encontraban en conflicto y añoraba mi casa en el país extranjero y mi nuevo núcleo, mi  nuevo habitat y la verdad empezaron mil preguntas reflexibas:

¿De dónde soy?

¿A dónde pertenezco?

Regresé al país que hoy me acoge con un agotamiento emocional y con un sentido de culpa pues me sentía traicionando a mi gente y mi cultura.

Con el tiempo descubrí que no era la única que había experimentado ese sentimiento y tuve tres años para meditar sobre quién soy  y de dónde vengo.

Por eso escribí este texto, pues quizás muchos amigos, al igual que yo, experimentaron la misma sensacion de anhelo y nostalgia: este conflicto que nos llena de pena y de tristeza.

Sin embargo hoy les quiero decir que no hay por qué sentirse triste, siéntanse orgullosos y felices de quienes son y de lo que son; nosotros no somos hijos de un país y nos convertimos en hijos del mundo cuando  decidimos dejar nuestro hogar y emigrar, en el momento que tuvimos el valor para enfrentar la adversidad y logramos vivir en una nueva cultura.

Hoy he regresado de mi País, en el cual vi y gocé con un amor pleno y tranquilo , hoy he entendido que todos nosotros no somos sino gente de lucha y de trabajo, hijos del mundo entero capaces de vivir donde nos toque vivir.

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