La frecuencia más sabrosa

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domingo, 8 de febrero de 2015

UN GALLO LLAMADO PODEMOS


Gráfico: haltestelle iberoamerika
Por Jose Carlos Contreras


No sé cómo explicar a los oyentes lo que está pasando en España. Me entra una tembladera de los mil demonios cuando pienso en mis amigos que votaban a las dos agrupaciones políticas que se han turnado el poder en la tierra de Don Quijote en las últimas décadas, y, sobre todo, me entra un barrunto, propio de las pitonisas de invierno, de que Podemos producirá, más que un revolcón de olas a los partidos clásicos apoltronados en el poder en España, un tsunami, que les hará despetar de su letargo. Un tsunami de sálvese quien pueda. Pero no sólo se trata de partidos, sino también de intereses importantes. Por lo tanto me atrevería a decir que comprendo ahora el escandaloso linchamiento mediático que se teje alrededor de Podemos, eludiendo temas más importantes. Una jauría desprestigia a una fuerza emergente y se lanza directamente a la yugular. Yo no sé si haya mucho de verdad o mentira en estos tejemanejes, pero -en ese linchamiento mediático- cuando una mentira se repite muchas veces, acaba convirtiéndose en verdad para los desorientados. Y en ese sentido, hay que tener mucho cuidado.

Quizá debería comenzar contando a mis oyentes algo del principio. Cuando el pollito salió del cascarón. Y que todo comenzó cuando unos jóvenes profesores, pertenecientes a una sobresaliente generación española que trabaja en los claustros universitarios, crearon hace algo más de un año un partido político. Entonces el pollito salió del corral y se posicionó en la pradera dispuesto a comerse un par de semillitas silvestres. Al primer intento se engulló sorprendentemente algo más de un millón de votos en las elecciones europeas pasadas logrando con ello cinco diputados en el parlamento. El pollito apenas tenía unos meses de vida y los más petulantes y vanidosos profetizaron que el pollito caería a la primera en la sartén de algún descabellado comelón y desaparecería en un santiamén. Sin embargo, el pollito se fue convirtiendo en un joven pollo muscoloso sobre la arena política española con ganas de engordar el buche con las semillas más vitaminosas de este valle de lágrimas.



Desde ese día, o mejor dicho desde esa noche, el miedo a que el pollito creciera, comenzó a abrir la posibilidad de que el susodicho pollo se convirtiera en un gallito, que, dentro de poco, pastaría en las arenas del parlamento nacional. Entonces, esa posiblidad irredenta comenzó a quitar el sueño a los más escépticos del valle de las semillas ibéricas.


Ese habría sido un buen principio de un cuento de hadas sobre política moderna, si no hubiera sido por el mencionado pollo lustroso y de buena estampa. Quizá. Pero resulta que al pollito de hace unos meses, convertido en pollito hábil y lustroso, le han crecido dos enormes alas, vaya usted a saber, y el último sábado del mes de enero de 2015 marcó un punto álgido en el ejercicio de quitar el sueño a los galanes del mundo de los pusilánimes. Ese irremediable quitasueño, se ha transformado ahora a duerme y vela, en una previsible pesadilla que obligará a conciliar el sueño con una lámpara encendida.

Voy a las pruebas: el sábado 31 de enero, Podemos logró llenar ese histórico lugar llamado la Puerta del Sol. El pollo, ya es un gallo señores. Y no hay más remedio que dar por descontado su crecimiento prematuro, o mejor dicho, su vigoroso desarrollo.


Ésta quizá sea mi salida para poder explicar lo que está sucediendo en España. Al menos en algo, porque el asunto es más complejo. Espero que los Dioses se apiaden de mí, y que los receptores de mi explicación compredan el meollo del asunto. Aunque ya las musas de Olimpo me han soplado al oído diciéndome  que todo proceso manejado con inteligencia de marketing político da frutos en un valle con ansias de cambio.


Para terminar: las últimas encuestas y barómetros hechos públicos, confirman que Podemos, nuestro gallo de la historia, ex pollito a rienda suelta,  es la segunda, por no decir la primera, fuerza política en España. Osea que el gallo tiene la cresta levantada y las patas poderosas, los ojos agudícimos y la mente clara como un manantial. Ese ex pollito, productor de ex pesadillas, ahora se ha convertido en el hacedor de un proceso patológico que está afectando el hígado noctívago. He ahí el meollo del asunto, y la ebullición del escándalo mediático con el fin de desprestigiar.

Señoras y señores, damas y caballeros, estamos hablando de un fenónemo político sin precedentes de las últimas décadas en España. Fenómeno, que dicho sea de paso, es rico en sustancia para futuros estudios en los laboratorios de las Ciencias Sociales y Políticas y Ciencias de la Comunicación de las universidades del mundo.



Yo no me quiero comer ese gallo. Seguro que muchos osarán hacerlo pero, cuidado, el tsunami también retrocede, sin embargo, este acaba de comenzar.

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